A veces los sueños parecen estar allá lejos, como si vivieran en otro cuerpo, en otro momento.
Tan distantes que casi nos convencemos de que no son para nosotras.
Pero lo cierto es que los sueños no se apagan solos.
Lo que a veces se apaga… es la fe.
La energía.
Las ganas de volver a intentar.
Y, sin embargo, basta un empujoncito.
Un abrazo.
Un buen consejo en el momento justo, para volver a creer.

Los sueños necesitan dirección, pero también acompañamiento.
Porque nadie llega lejos sola.
Y porque incluso las historias que hoy parecen extraordinarias, empezaron con dudas, con miedo, con distancias enormes por recorrer.
Mira a Cristiano Ronaldo, por ejemplo.
Hoy es uno de los futbolistas más exitosos del mundo, pero su camino no fue fácil.
Nació en una familia humilde en Madeira, y a los 12 años dejó todo para perseguir su sueño.
Sufrió, lloró, pero no se detuvo.
Lo acompañaron personas que creyeron en él y una convicción interna de que sí podía.
O piensa en J.K. Rowling, quien escribió “Harry Potter” como madre soltera, sin dinero, enfrentando rechazos y momentos de desesperanza.
Su historia cambió cuando alguien más vio lo que ella imaginaba… y la ayudó a traerlo al mundo.
Porque a veces no falta tanto. A veces solo falta alguien que nos diga “sí puedes”.
Lo que parecía inalcanzable empieza a acercarse.
Lo lejano se vuelve tangible.
Y la ilusión se transforma en paso.
En agenda.
En intención.
Rodéate de quienes te escuchen, de quienes no se rían de tus ideas, de quienes te pregunten:
”¿Y si sí?”
Y si tienes miedo, no pasa nada.
El miedo también es parte del viaje.
Lo importante es no quedarte quieta.
Dar un paso, aunque sea chiquito.
Y volver a intentarlo al día siguiente.
Yo también lo viví.
Un día me vi en un hospital, sin poder caminar.
Con la incertidumbre de no saber qué seguiría.
Con mis ilusiones muy lejos…
y mi cuerpo pidiendo pausa.
Y no, no me estoy comparando.
No soy futbolista profesional ni autora de best-sellers.
Solo soy una mujer que también ha tenido que reconstruirse desde cero.
Y que sabe lo que es mirar sus sueños desde lejos…
hasta que un día se acercan.
Porque hubo quienes me abrazaron, me empujaron suave, me recordaron quién era.
Y poco a poco, volví.
No solo a caminar, sino a soñar, a crear, a estar aquí, escribiendo esto.

Por eso hoy te digo:
No estás sola. Y sí se puede.
Paso a paso, los sueños también se acercan.
“A veces, lo que más necesitas no es fuerza, ni suerte… sino que alguien te abrace fuerte y te diga: ‘sí puedes’.”
Elige tu destino.
Por: Maye Padilla (Si vas a copiar, al menos dame el crédito)