Últimamente me he dado cuenta de algo que me dolió y, al mismo tiempo, me alivió. No me he estado permitiendo ser yo misma.

He hecho un gran trabajo en muchos sentidos. He sanado, he sostenido, he creado, he reconstruido, he acompañado. Pero en medio de todos esos verbos, me he olvidado de simplemente ser.
De estar sin deber.
De hablar sin temer.
De elegir sin justificar.
De cambiar de opinión.
De quedarme o irme.
De hacerme preguntas sin necesidad de encontrar una respuesta inmediata.
Hoy miro todos los cambios que han llegado a mi vida –los que yo elegí y los que no– y me doy cuenta de que hay algo que se repite como un eco: muchas veces, sigo actuando desde el “qué van a decir”, desde la expectativa, desde esa necesidad de validación que me arrastro desde hace mucho. Tal vez desde siempre.
Y aunque no tengo del todo claro quién soy ahora, ni cómo se ve exactamente mi “yo real”, sé que sigo adelante.
Con pausas.
Con miedo.
Con honestidad.
Y, sobre todo, con una ternura nueva hacia mí.
Porque permitirme ser no es llegar a un lugar: es caminar con más suavidad, incluso cuando el camino está empedrado.
EligeTuDestino
#EstiloDeVida #ReinvenciónFemenina #AprenderASer



Por: Maye Padilla (Si vas a copiar, al menos dame el crédito)