Lakshmi

Goles, lágrimas y un Hala Madrid eterno

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Sí, siempre me ha gustado el fútbol. Pero no soy la típica fan. No me sé todas las alineaciones, ni grito como loca cada fin de semana (bueno, a veces sí). Pero desde que mi hijo se metió de lleno en este mundo con su sueño de ser futbolista, empecé a verlo diferente. Con otros ojos. Con los de una mamá que admira la disciplina, la pasión, y todo lo que implica vivir para esto.

Algo cambió para siempre en Madrid. Porque sí, ya era madridista, pero estar ahí, frente al Bernabéu, fue otro rollo. Desde que escuché en el metro “Próxima estación: Santiago Bernabéu”, se me hizo un nudo en la garganta. Me brillaron los ojos. Fue como si alguien me dijera: “Ey, lo lograste. Estás aquí.”

Tuve la suerte de ir a dos partidos. En el primero, estaba nerviosa, con esa adrenalina de algo nuevo. Pero en el segundo… uff. Me tocó vivirlo cerquita de la porra. ¡Qué locura! Gente gritando, cantando, viviendo cada jugada como si la vida se les fuera en eso. Y ahí estaba yo, sola pero emocionada.

Sí, fui sola. Y sí, sentí las miradas. Como que algunos pensaban “¿y esta qué hace aquí?”. Pero el fútbol es mágico. Porque en cuanto empieza el partido, ya no eres la rara. Gritas gol, te ríes, sufres con los demás, y sin darte cuenta, ya estás dentro. Ya eres parte.

Y justo cuando parecía que todo estaba decidido… Jacobo, uno de los nuestros, metió el gol del último minuto. Esa jugada que ya es marca registrada del Madrid, esa que te hace brincar, gritar y hasta llorar de emoción. El estadio explotó. Esa es la pasión que mueve a este equipo. Y yo feliz de haberlo vivido en esta vida.

Así se vive el madridismo. Son conocidos por eso. Este año, el equipo ha metido 16 goles en los últimos diez minutos de los partidos. Han remontado 10 de 13 partidos que empezaron perdiendo. Esos últimos minutos son territorio blanco. Por eso siempre hay que quedarse hasta el final, porque con el Real Madrid, nunca sabes.

Y no es solo el equipo. Es todo. La vibra. La emoción de cantar el himno con lágrimas en los ojos. Ver cómo gente de todos lados se une, se abraza, se ilusiona. Yo admiro mucho a los futbolistas. Lo que hacen con su cuerpo, con su mente, la entrega… es para respetar.

Y claro, pienso en mi hijo. Y pienso: por esto vale la pena seguir apoyando. Por esto y por todo lo que logran los que se entregan con todo a su pasión. Y me pregunto, ¿qué pasaría si todos viviéramos con esa misma disciplina, esa garra, ese enfoque? El mundo sería otro.

Hoy no solo defiendo a un equipo. Defiendo lo que significa pertenecer. Ser parte de algo. De gritar un gol con extraños y sentirte en casa. De emocionarte hasta las lágrimas. Y sí, también defiendo esta nueva identidad: la FIFA Girl.

¿Y qué tiene de malo? Nada. ¡Al contrario!

Fui sola, pero regresé con el corazón lleno, con los ojos brillosos y un “Hala Madrid” en el corazón.

Por: Maye Padilla (Si vas a copiar, al menos dame el crédito)

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