Estilo de vida

Sin ovarios pero con fuerza: ¿autoestima real o fake?

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No tengo todas las respuestas, pero últimamente me hago muchas preguntas.

Tengo 41 años, una histerectomía reciente y una vida que, aunque a veces me cuesta reconocerlo, ha cambiado para siempre. Ya no puedo dar por sentado mi cuerpo, mi energía, mi mente. Y he empezado a entender —o al menos a intentarlo— que cuidarme no es un lujo, es una necesidad.

¿Qué significa cuidarme hoy?

Significa levantarme al gimnasio aunque tenga flojera. Hacerlo con la certeza de que no se trata de tener un cuerpo perfecto, sino de mantenerme útil, fuerte, funcional. No solo por estética, sino por dignidad. Porque quiero llegar a mis 60 con movilidad, con independencia, con calidad de vida. Porque el futuro no es una cosa lejana: el futuro es hoy.

¿Por qué nos cuesta tanto tomar conciencia antes de que algo grave pase?

Hace unos días, mi mamá se tropezó en la calle. Su rostro quedó lastimado, y más allá del susto, me confrontó con una verdad que no quería ver: nos falta educación sobre el envejecimiento, sobre la salud preventiva, sobre el autocuidado más allá de la juventud. Nadie nos enseña a prepararnos para el paso del tiempo. Nos dan tips de belleza, pero no herramientas de fortaleza.

¿Qué estamos enseñando a las nuevas generaciones?

Me alegra ver que muchas chicas jóvenes hoy hablan de salud mental, de ciclos, de descanso, de nutrición. Pero también veo cómo la tecnología y las redes les juegan en contra: tanta comparación, tanta expectativa. ¿Dónde queda la escucha real del cuerpo?

¿Y si me paso de lanza con los doctores?

Confieso que a veces me cuestiono: ¿me estoy checando demasiado? ¿Estoy rayando en la hipocondría? Pero luego pienso: ¿acaso hay un límite para querer entenderte, cuidarte, prevenir? Tal vez la clave no está en dejar de ir al médico, sino en aprender a distinguir cuándo lo haces desde el miedo y cuándo desde el amor propio.

Y no, no siempre es fácil. No todo es “amor propio” y baños de burbujas. A veces es ponerte los tenis aunque estés agotada. Es ir a terapia aunque sientas que no tienes nada nuevo que decir. Es hacerte análisis que te aterran. Es, en palabras simples, abrir el corazón para amarte en serio.

Estoy aprendiendo. A mi ritmo. Y escribir esto, también es parte de cuidarme.

Porque tal vez no se trata de tener todas las respuestas, sino de atreverse a hacer las preguntas correctas.

¿Y tú, cómo te estás cuidando hoy… de verdad?

Ámate y elige tu destino…

Por: Maye Padilla (Si vas a copiar, al menos dame el crédito)

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