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¿Turismo sustentable o gentrificación disfrazada?

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Mazunte, San Agustinillo y Zipolite: Entre la gentrificación y el bienestar en la costa de Oaxaca

Pies descalzos sobre la arena, el sonido del mar como única banda sonora y un cielo que se pinta de naranja mientras el sol se despide. La costa oaxaqueña tiene esa magia que te hace sentir que el tiempo se detiene… aunque en realidad, todo está cambiando. Mazunte, San Agustinillo y Zipolite han pasado de ser rincones casi secretos a destinos de moda, y con ello han llegado tanto el turismo consciente como la gentrificación.

De pueblos pesqueros a refugios bohemios

Hace años, estos eran solo pequeños pueblos de pescadores con caminos de terracería y unas cuantas cabañas para viajeros aventureros. Mazunte, que antes dependía de la caza de tortugas, se reinventó como un símbolo de conservación con el Centro Mexicano de la Tortuga. Con el tiempo, la vibra mística del lugar comenzó a atraer a yoguis, artistas y extranjeros en busca de una vida más pausada.

Hoy, Mazunte está lleno de hostales con hamacas, cafeterías con matcha lattes y estudios de yoga con vista al mar. San Agustinillo, su vecino más discreto, ha sabido mantener un aire más tranquilo, con hoteles boutique escondidos entre la vegetación. Y luego está Zipolite, donde la libertad se respira en cada rincón: aquí, la ropa es opcional, el turismo es más diverso y la energía es de total despreocupación.

¿Turismo sustentable o gentrificación disfrazada?

Con la popularidad viene el cambio.

Según The New York Times, Mazunte es ahora un imán para expatriados que han transformado el pueblo con negocios “eco-chic” que, paradójicamente, han encarecido la vida para los locales. Zipolite, aunque sigue manteniendo su espíritu rebelde, ya tiene hoteles de lujo compitiendo con las tradicionales cabañas frente al mar.

San Agustinillo parece ser el punto medio: ni tan comercial como Mazunte ni tan alternativo como Zipolite. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿hasta qué punto el turismo puede convivir con la esencia del lugar sin cambiarlo por completo?

Bienestar en la costa: más allá del cliché

A pesar de todo, algo sigue intacto: la sensación de que aquí uno puede sanar, soltar y reencontrarse. Para mí, este viaje fue más que solo un escape playero. En San Agustinillo hice una certificación de Yin Yoga que terminó por sacudirme por dentro.

El Yin Yoga no es la típica práctica dinámica de Vinyasa que se ve en Instagram. Es quietud, es aprender a estar con uno mismo, a rendirse ante la incomodidad sin buscar escapar. Imagínate sostener una postura por cinco minutos mientras el sol cae y el sonido de las olas te envuelve. Es ahí, en ese silencio, donde empecé a entender que el yoga no solo es movimiento… también es pausa, introspección y rendición.

Viajar con consciencia: el mejor souvenir

Si algo aprendí en este viaje es que hay formas de viajar sin dejar una huella negativa. Optar por hospedajes sustentables, apoyar negocios locales y participar en actividades que respeten la esencia del lugar no cuesta nada, pero hace la diferencia.

Mazunte, San Agustinillo y Zipolite no son solo destinos bonitos de playa; son lugares con alma. El reto es disfrutarlos sin perder de vista lo que los hace especiales.

¿Cuál es tu vibe?

                •             Mazunte: Si buscas yoga, espiritualidad y un aire bohemio.

                •             San Agustinillo: Para quienes quieren paz y belleza sin tanto ruido.

                •             Zipolite: Libertad en su máxima expresión.

Cada uno tiene su propia energía. La pregunta no es cuál es mejor, sino cuál resuena contigo. O tal vez, cuál te está llamando sin que lo sepas aún.

Concientiza y elige tu destino.

Por: Maye Padilla (Si vas a copiar, al menos dame el crédito)

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