Salí de mi ciudad temblando, con lágrimas en los ojos. No quería irme. Me aferraba a cada esquina conocida, a cada voz, a cada abrazo. Pero me fui. Porque es lo que sigue.
Como cuando una pareja se casa y lo que sigue es tener hijos… aunque no tengas ni idea de lo que viene después. Yo tampoco sé qué me depara el futuro, pero sabía que tenía que dar este paso.
Y fue perfecto. Doloroso, pero perfecto.

Lo más difícil fue despedirme de ellos, quienes me sostienen. Los que han visto mis batallas, mis pausas, mis regresos. Lo más duro es saber que los tendré lejos. Que nunca sabemos cuándo es el último abrazo, la última vez que coincidimos todos sin planearlo. Y eso duele. Pero es una realidad.
Dejé de llorar cuando me distraje con el caos que dicen en las noticias sobre el aeropuerto de Barajas. Yo, con dos maletas, una bolsa con lo indispensable y el corazón en la garganta. Pero al final fue una travesía casi en silencio.
De Madrid, nada pasó. Ni siquiera me dijeron algo por el equipaje o el vuelo internacional. Era la única en la fila, ni idea por qué, si todo mundo dice que es un caos.
Llegué a Málaga y fue como si la luz me acariciara un poquito el alma.
Y de ahí, directo a Cómpeta. Menos de una hora de trayecto, pero bastó para dejar atrás todo lo que conocía. Llegué sin expectativas, pero con los ojos bien abiertos.
Ha sido difícil no comparar. No extrañar la comodidad de mi casa, de mi cama, de mi cocina, de mis silencios conocidos.
Pero aquí estoy.
Porque esto… esto es lo que sigue.
#EligeTuDestino #DiarioDeViaje #DesdeLaRaíz #ViajarTambiénEsSoltar #NuevaEtapa
Por: Maye Padilla (Si vas a copiar, al menos dame el crédito)